Hay un momento en el que tu cerebro no deja de escribir. Hay un momento en el que tus ojos no dejan de pestañear y hay tres instantes en los que tu rutina descubre ese nuevo arte de alterarse sin avisar.
Caminas por las calles locamente feliz y atrevidamente soñadora.
Ideales peliculeros, una pizca de ñoñería, tazas con mucho humo, palomitas de colores y mil cursiladas espontáneas adornan las mejores tardes entre amigas. Un gran "hola" y una tremenda bienvenida a todos los hoyuelos reprimidos tras la timidez de las sonrisas.
¿Oyes eso?
Es el himno que nace cuando las puertas cerradas se vuelven tozudas y les da por hacer eso a lo que algunos diccionarios llaman "revolucionarse"; es la pasión de la victoria que tararean los portales abiertos de par en par a las risas escandalosas y ridículamente contagiosas.
Es aquello que anuncia la hora justa en la que a todos los segundos tardíos les da por bailar claqué; es la hora preferida de las cosquillas extrovertidas que disfrutan torturando a todas tus costillas. Dos vasos azules y otros tres de color rosa, todos en un tono pastelosamente pastel e irremediablemente cursi han decidido escribir una novela inesperada carente de argumento pero atestada de pasión.
Cambios apresurados entre relojes apagados; el tiempo no pasa, no cuenta ni importa.
Busca el cuaderno más grande, lila y curioso que tengas.
¿Ya?
Ahora anota todo lo que logren dibujar tus dedos durante los minutos diarios reservados a las lecciones desprendidas por las miradas profundas, desenfocadas y perdidas. Diviértete escuchando a tus todavía no conocidos mientras aprendes de las historias que narran sus silencios incomprendidos. Un caos maravilloso se ha propuesto acorralarte para así poder cautivarte entre muchas mesas redondas sin sillas.
Y... ¡PORQUE sí!. Porque es bonito cuando parece que a tu
vida le ha dado por convertirse en algo así como una película llena de toques
románticos, cómicos, dramáticos y fantásticos, entre muchos otros.
Porque SÍ; porque parece que el mundo, al fin y al cabo, no andaba tan
perdido como solías pensar (o, bueno, la verdad es que pensándolo mejor
tal vez ahora esté total e irremediablemente aturdido). Porque puede que, tal vez, empiece a ser hora de dejar entrar en tus no pocos enredos algunas lecciones
todavía no aprendidas pero ansiosas de ser vividas.
Flores dulces envueltas en papeles fucsia para acompañar a alguna que otra
sonrisa tímida y cursi en mitad de paseos sin final ni rumbo (porque son los
mejores y lo sabes).
Música distinta; un poco de jazz y un montón de teclas de piano. Notas de saxophone; letras y un algo de rock.