jueves, 4 de agosto de 2016

Quédate conmigo

Te llaman felicidad, te consideran lo más de lo más.
Dicen que a veces juegas a ser inalcanzable. He oído que te gusta correr y que siempre quedas en primera posición en todas las carreras. 
Sueles hacer visitas breves, escuetas y gradualmente intensas. Te asocian al placer, a la buena vida, a las oportunidades y a tantas cosas más que se hace difícil llevar la cuenta de todas. 

Yo siempre he pensado que te conocía. Siempre he creído que habías estado a mi lado muchas veces. La verdad es que es cierto, ya nos conocíamos de mucho antes. Recuerdo caminar de tu mano cada vez que Mamá se ponía su agua fresca de lavanda antes de irnos a dormir. También es cierto que solías acompañarme durante esos momentos eternos y eufóricos al lado de Clara y su familia.

Por esos y otros muchos momentos más sé que eres real y que siempre me has dejado verte en los momentos más entrañables y emotivos. 
A pesar de ello, debo de reconocer que antes no era plenamente consciente de tu presencia, era pequeña y supongo que no me paraba a pensar en ti.

Me preocupé bastante cuando estuviste un tiempo perdida, aunque no te guardo rencor por ello.
Ahora, sin embargo, estás abrazándome más fuerte de lo que nunca habías hecho. Creo que en muy pocas ocasiones te he sentido de un modo tan real, consciente y arrebatador como en el que te siento ahora.

Me alegro. Me siento muy pero que muy agradecida por ser capaz, ahora sí, de conocerte en persona y en retrato. Me siento feliz simplemente por saber que estás, más que nunca, aquí conmigo; por saber que en algunos momentos eres tan fuerte que incluso consigues sacarme alguna lágrima. Te quiero y te quiero y te adoro y te requiero. 

Quizás será verdad eso de que todo son etapas. En algunas estás más cerca y en otras más lejos. Sea como sea espero que te quedes conmigo mucho tiempo más, porque tengo la sensación de que te estoy conociendo mejor que nunca.  


Me encantas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario