miércoles, 25 de enero de 2017

Sí. ¡Tú!

Enfoca.

Enfoca tu mirada allá donde sea que broten tus pasiones; no hay prisa, tómate el tiempo que necesites. Cuando tus pupilas se hayan acostumbrado a la escena, reúne toda tu energía e inviértela, toda todita, en aglutinar todos esos sueños dispersos que todavía ni conoces. 
No sé si te habías dado cuenta, pero este instante es perfecto para dar el paso que te permita pasar del "tengo" al "quiero".
Olvídate de las excusas, de las justificaciones infundadas y crea tu propia definición de "productividad". Deja a un lado los argumentos innecesarios, las explicaciones desmerecidas y prepárate para quedarte embobado con tus encantos.
Invierte las horas en pasear mucho y por todas partes. Gana la medalla de diamante por arrasar con todos y cada uno de  los retos que se atrevan a desafiarte.
Lee mucho, y cuando lo hayas hecho lee todavía más. Descubre todo lo que unas simples letras son capaces de relatarte y aprende a explayarte con ellas. 

Aprende

Aprende el arte de desaprender. Maneja la habilidad de despedirte de todo lo que conoces (o de lo que crees conocer) para volver a conocerlo de una manera distinta y deslumbrantemente innovadora.
Son tiempos de moldear la mente, de relativizar y de flexibilizar esos pensamientos rebeldes. Son tiempos de sentirse pequeño ante la honestidad y el sacrificio; tiempos de perderse ante la grandiosidad de la  naturaleza inestable que despierta con cada nuevo atardecer.
Haz del agradecimiento tu nueva filosofía y siéntete orgulloso de todo lo que puedas y más y más y más.

Valora.

Infla cuarenta y nueve globos a pleno pulmón y lánzalos al aire para que se camuflen con la magia de los suspiros. Recuéstate en el suelo e invéntate la banda sonora que el mundo susurra cuando enmudece.

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